Lunes 20 de abril de 2009 por CEPRID
Alberto CruzCEPRID/HUMANIA DEL SUR
Había aparecido un nuevo factor: el maoísmo en India. Uno de los dirigentes del PCI (m), Charu Majumdar, comenzó a escribir una serie de artículos en 1965 y 1966 sobre la necesidad de colocar el pensamiento de Mao al mismo nivel que el de Marx y Lenin – “Los ocho documentos históricos”- que sentaban las bases de un nuevo movimiento, hoy conocido como naxalita, y que supuso otra escisión en el movimiento comunista indio en 1967 al participar el PCI (m) en las elecciones y aceptar formar parte del gobierno de Bengala Occidental con el Congreso Nacional Indio. Los escindidos, todos cuadros jóvenes, acusaron al PCI (m) de traicionar la revolución y se sumaron a la importante movilización campesina que se había iniciado en Naxalbari, una aldea de Bengala Occidental, cuando el 25 de mayo de 1967, los campesinos resistieron una orden judicial que les sacaba de sus tierras y fueron atacados por sicarios a sueldo de los terratenientes. La reacción campesina no fue sólo una respuesta a la explotación feudal a que les sometían los terratenientes, sino a la complicidad que el gobierno –del que formaba parte el viejo Partido Comunista de India y que era apoyado “desde fuera” por el PCI (m)- mantenía con los terratenientes. La presencia de los maoístas dio al movimiento una nueva perspectiva, claramente política. En 25 aldeas de la zona de la zona los maoístas izaron su bandera, demostrando su fuerza y proclamando “una zona liberada” que tenía más que ver con la esperanza que con la realidad. Como consecuencia, la rebelión se generalizó: durante 72 días hubo toma de tierras, quema de registros del catastro de la propiedad, derogación de las deudas hipotecarias de los campesinos y ejecución de los más significados opresores y usureros. El gobierno, que en un primer momento se limitó a reclamar a los sublevados que cesasen su actitud, al ver que la rebelión se extendía aplicó una durísima represión, con la connivencia de los partidos comunistas que le apoyaban desde dentro o fuera del mismo: más de10.000 muertos y la casi total desaparición de los cuadros maoístas que la habían impulsado.
El gobierno central intervino por dos razones: por considerar la zona “de importancia estratégica” en el Himalaya, por lo que suponía iba a convertirse en una base sólida de la penetración china (no hay que olvidar el enfrentamiento fronterizo de unos años antes) ante la actitud de Pekín de alentar la rebelión campesina (6) y por la división entre las diferentes organizaciones comunistas, lo que debilitaba de nivel político al movimiento puesto que sólo los maoístas que habían intervenido en él lo apoyaban abiertamente mientras el resto de organizaciones comunistas lo criticaban siguiendo el modelo soviético de apoyo a la transición pacífica al socialismo. Al mismo tiempo, se puso en marcha una reforma agraria –con lo que reconocía la razón del levantamiento campesino- pero no para hacer un uso racional de la tierra, sino para quitar argumentos a los naxalitas y reducir la extrema pobreza del campo. La tierra fue a parar a manos de los arrendatarios de los terratenientes, pero no a los más pobres, los dalits, los intocables en el sistema de castas indio, que siguieron siendo explotados por los nuevos propietarios.
Las primeras acciones armadas de corte maoísta habían sido realizadas bajo el nombre de Partido Comunista de India (marxista)-Frente Unido con la consigna de una reforma radical de la tierra y fue contra ellos contra los que se dirigió una represión selectiva, mientras que la de los campesinos fue masiva. El gobierno pretendía dejar a la nueva organización sin cabeza y sin cuadros. Pero algunos sobrevivieron, siguieron activos aunque a veces sin contacto entre ellos y, lo más importante, contaban con la simpatía de la gran mayoría de los militantes comunistas de los partidos tradicionales en Bengala.
Tanto la represión masiva como el hecho de que estos pequeños grupos siguiesen activos extendió por toda la India, como una mancha de aceite, la semilla de la rebelión. Apoyados por la clase intelectual de Calcuta, la simpatía con la rebelión de Naxalbari fue emulada en otros lugares del país aunque todos estos intentos corrieron la misma suerte que los campesinos de Naxalbari. Sin embargo la llama ya estaba prendida y no se pudo apagar del todo. Pronto en estados como Uttar Pradesh, Jammu-Cachemira, Bihar y Andra Pradesh hubo células maoístas abogando por la lucha armada. En noviembre de ese mismo año, 1967, algunos de estos grupos dispersos pudieron coordinarse entre sí y formar el Comité de Coordinación de los Revolucionarios de India del PCI (m) y dos años más tarde constituyeron el Partido Comunista de India (marxista-leninista), del que Charu Majumdar fue nombrado Secretario del Comité Organizador Central con la misión de preparar el primer congreso, que tuvo lugar en 1970.
Es a partir de aquí cuando el nuevo partido, firme partidario de la lucha armada, decide establecer sus primeras bases guerrilleras y lo hace en tres estados, Bihar, Uttar Pradesh y Andhra Pradesh siguiendo el esquema clásico del maoísmo: crear bases en las zonas rurales y en áreas remotas transformándolas primero en zona de guerrilla y, a medida que se va creciendo, estableciendo bases de apoyo y zonas liberadas donde se establece un gobierno del pueblo para dar paso a la revolución de nueva democracia. Su brazo armado, el Grupo Guerra del Pueblo, realiza una serie de acciones de ajusticiamiento de connotados sicarios contratados por los terratenientes y adquiere un enorme prestigio cuando pasa al enfrentamiento abierto con las bandas organizadas de sicarios, de corte paramilitar, al servicio de estos terratenientes que en su totalidad pertenecen a las castas más altas de India.
Su extensión parecía imparable hasta que un hecho fortuito conduce a la policía hasta el secretario general, Majumdar, que muere en un calabozo de la comisaría como consecuencia de las torturas. Era el año 1972 y ello provoca una notoria ausencia de liderazgo tanto en el PCI (m-l) como en su brazo armado, al tiempo que se inicia un nuevo movimiento fraccionalista dentro del partido, por una parte, y una reorganización, por otra, al calor no sólo de la política interna de India sino de lo que estaba ocurriendo en China tras la muerte de Mao y el hecho de que Deng Xiao-ping se hiciese con el control del partido eliminando a los partidarios de Mao. Surgen así varias formaciones de corte maoísta -PCI (m-l) Liberación, PCI (m-l) Organización de Unidad, PCI (m-l) Bandera Roja, PCI (m-l) Guerra Popular, etc.-, a las que hay que sumar esos grupos que aún permanecían desconectados tras la dispersión producida a raíz de la represión de la rebelión de Naxalbari.
2.1.- La reunificación maoísta
Cada una de estas organizaciones se hace fuerte en las zonas que controlaban y continúan realizando ataques contra las fuerzas policiales y contra los terratenientes, aunque ya sin la repercusión y expansión de los años anteriores. Bihar y Andhra Pradesh continúan siendo los focos principales de la insurrección maoísta, seguidos de Bengala Occidental y Uttar Pradesh, y no es hasta 1977 cuando logran establecer un nuevo frente en Kerala y en 1980 otro en Tamil Nadu. Este es un año crucial para la reunificación maoísta, puesto que en esta lenta expansión –comparada con la experimentada unos años antes- hace que tomen contacto las diferentes expresiones maoístas indias y, en 1981, se inician las conversaciones para unificar el movimiento maoísta bajo la propuesta del PCI (m-l) Liberación y con el objetivo de “derrocar al régimen burgués, a los burócratas y a las grandes clases de propietarios [de la tierra] que controlan el poder del Estado en alianza con el imperialismo y establecer un nuevo estado democrático bajo la dirección del proletariado con la meta final de establecer el socialismo y el comunismo” (7). En ese momento existían 13 organizaciones que se reclamaban marxista-leninistas y se discute la propuesta de crear un Frente Democrático donde estén todas ellas, pero la propuesta no cuajó entre otras razones por las discrepancias a la hora de quién iba a ocupar la dirección de esa nueva organización unificada. También hubo enfrentamientos armados entre estas organizaciones por el control de las zonas en las que operaban, un hecho que provocó la muerte de numerosos cuadros y combatientes.
No obstante, de este primer intento de unidad queda claro que de toda la pléyade de organizaciones marxista-leninistas sólo tres, el PCI (m-l) Liberación, el PCI (m-l) Guerra Popular y el Centro Comunista Maoísta –fundado en 1969-, cuentan con teóricos de altura para continuar con un proceso de unificación que se ve acelerado, de nuevo, como consecuencia de un reguero de luchas obreras, campesinas y estudiantiles en estados como Assam, Bihar y Maharashtra. La situación de Assam es vista como la más avanzada y en el primer conato de organización unitaria, varias formaciones maoístas deciden constituir el Frente Democrático del Pueblo en un distrito, Karbi Anglong, consiguiendo alcanzar un escaño en el parlamento de Assam. Es la primera vez, en la historia de India, que los maoístas, sin renegar de la lucha armada, entran en una institución legislativa (1985).
El éxito parlamentario es reiterado en Bihar, donde también se consigue un nuevo parlamentario en la asamblea del Estado en 1989 con una nueva experiencia de unificación denominada Frente Popular. Parecía que la vieja estrategia dual de Lenin daba resultados y durante un par de años los maoístas hacen trabajo político de forma abierta mientras continúan realizando algunas acciones armadas contra los terratenientes y los grandes propietarios. Sin embargo, el espejismo dura poco. Los gobernadores de los Estados con presencia e influencia maoísta comienzan a prohibir el movimiento. El primero en dar este paso es Andra Pradesh (1991) y aunque en otros estados el poder actúa siguiendo la política del palo y la zanahoria, pronto se cierra esta posibilidad al iniciar los destacamentos maoístas el combate a gran escala contra las formaciones paramilitares, como la Ranvir Sena (Ejército de Ranvir), creada en 1994 en el Estado de Bihar. Esta banda paramilitar se caracterizaba por atacar a las mujeres y a los niños dalits “como método de neutralizar su crecimiento demográfico”. El nombre de este grupo ya lo dice todo: Ranvir Baba era un militar del siglo XIX que, una vez retirado, luchó para proteger los derechos de las castas superiores sobre la tierra en el estado de Bihar. Este audaz paso le da el Centro Comunista Maoísta, implantado en Bihar desde su creación y donde cuenta con bases seguras. En este Estado los terratenientes, que han aprendido de la experiencia de Naxalbari, tienen sus propios ejércitos, además de contar con la protección de un gobierno que hace en muchas ocasiones la vista gorda ante los desmanes de los paramilitares. Poco a poco, los maoístas van destruyendo las plazas fuertes de los terratenientes y confiscando y distribuyendo entre los dalits las tierras.
Y el CCM da un paso más: extiende su lucha desde Bihar hasta el estado limítrofe, Jharkhand, donde también el nivel de vida de la población es calamitoso, con 9 de cada 10 de sus habitantes viviendo en la pobreza, y donde la tenencia de la tierra es una utopía común entre los campesinos y tribus autóctonas. Logra así algo que ya se había venido produciendo en todas las luchas populares indias pero que no había tenido continuidad: vincular a los adivasi, los indígenas, con los campesinos dalits. Lo mismo estaba sucediendo en los estados de Kerala, Maharastra y Orissa -zonas de implantación del PCI (m-l) Liberación-, así como en Andhra Pradesh, Maharashtra y Bengala –donde actuaba el PCI (m-l) Guerra Popular- o en Punjab -feudo del Centro Comunista Revolucionario de India (maoísta)-. En varios de estos estados se habían producido interacciones entre los diferentes grupos maoístas, haciendo que los enfrentamientos que habían mantenido entre sí en los años ochenta diesen paso a un aumento de la colaboración operacional y a la consolidación de las denominadas zonas liberadas. Esto ocurrió, por ejemplo, entre el CCM y el PCI (m-l) Guerra Popular.
Era inevitable, por lo tanto, que más pronto que tarde se produjese la unificación política y militar de todos estos grupos. Como patrocinador de la misma aparece el Comité de Coordinación de los Partidos y Organizaciones Maoístas del Sur de Asia que, en su primera reunión en 2001, aboga por la unificación de las organizaciones maoístas que existen en esa zona geográfica del mundo. A esta reunión asisten cinco formaciones maoístas indias y dos de ellas, el Centro Comunista Maoísta y el Centro Comunista Revolucionario de India (maoísta), deciden unificarse el 13 de enero de 2003 con el nombre de Centro Comunista Maoísta (India). La nueva organización anima al resto de organizaciones maoístas a que sigan su misma senda en su primer comunicado: “Es una necesidad urgente la unión entre todas las verdaderas fuerzas maoístas que operan en la India. Actualmente se vislumbra la posibilidad y el fuerte sentir de que esta necesidad se vuelva realidad" (8), poniéndose a trabajar de inmediato en ello.
Así es como un año más tarde, el 21 de septiembre de 2004, surge el Partido Comunista de India (maoísta) que se considera “vanguardia de la consolidación política del proletariado de India” y anuncia que su objetivo es llevar a cabo su programa para “completar la nueva revolución democrática en India” con el objetivo máximo de crear la sociedad comunista (9). La revolución que pregona sólo se puede llevar a cabo “a través de la lucha armada revolucionaria centrada en el campo” y plantea el esquema clásico maoísta, “desarrollarse en el campo hasta llegar a la ciudad”, para lo cual se dota de tres estructuras también clásicas en el maoísmo: el partido, el ejército y el frente unido.
Dado que la lucha armada se convierte en la principal y mayor forma de lucha del nuevo partido, se considera al ejército popular como “la más alta forma de organización” y se le otorga “un papel decisivo”; considera, además, que su tarea más urgente es la constitución del Ejército de Liberación Popular, así como la creación de bases de apoyo y de zonas liberadas que sirvan al ELP de bases seguras. En cuanto al frente unido, se anuncia que su construcción tendrá como finalidad “la promoción de la lucha armada”, por lo que su labor política será “servir a la guerra”.
2.2.- La expansión por toda India
Desde su independencia de Gran Bretaña, India ha intentado sacar partido de lo que se puede denominar "economía de dimensión", es decir, sacar provecho de su potencial geográfico y poblacional. Sin embargo, a pesar de las enormes diferencias sociales las fuerzas revolucionarias o, si se prefiere, de izquierda han progresado con dificultad puesto que el capitalismo se ha seguido desarrollando lentamente, pero de forma constante en una situación que puede explicarse porque desde el mismo momento de la independencia dispuso de una industria relativamente desarrollada y de una burguesía rica, poderosa y muy hábil tanto en el ámbito de la política internacional (no hay que olvidar el peso de India en la creación del Movimiento de Países No Alineados) como en el nacional, compaginando ciertas medidas sociales -aunque sin abolir el sistema de castas- con las propiamente capitalistas.
Mientras existió la Unión Soviética, estas medidas “socializantes” se mantuvieron por dos razones: la fuerte presencia de las organizaciones de izquierda indias, en especial las comunistas, y por el tradicional enfrentamiento con China. India quería aparecer como el contrapeso chino y demostrar que el desarrollo era posible sin el control total por el Estado. Así, India hacía hincapié en que mientras en China las principales obras de la industria estaban controladas por el Estado en el nuevo país coexistían con el sector privado. Este fue el modelo de desarrollo hasta casi 1990, cuando la desaparición de los bloques y el colapso de la Unión Soviética, unido este hecho a la primera guerra contra Irak en 1991 y el consiguiente aumento del precio del petróleo, provocó un debilitamiento económico del país que los dirigentes de entonces intentaron paliar con una privatización masiva de los sectores públicos en todas las esferas: industrial, comercio, inversión extranjera directa, financiera, etc. India, de hecho, se echó en brazos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial imponiendo unos durísimos programas de ajuste estructural que provocaron aún más pobreza entre las capas más desfavorecidas de la población, más de las tres cuartas partes del país.
Desde entonces, India ha venido impulsando políticas neoliberales, desmantelando paulatinamente su economía centralizada y privatizando los principales sectores al abrigo de una batería de leyes que han protegido las Inversiones Extranjeras Directas, de forma especial las de origen estadounidense que en este tiempo han pasado de los 76 millones de dólares a los 4.000 millones. Esta política ha favorecido el auge de una clase media cercana a los 300 millones de personas, los que ven las películas de Bollywood, emigran a Europa o Estados Unidos y se aíslan, cada vez más, de las clases más desfavorecidas no sólo en las tradicionales divisiones en castas, sino en cuestiones económicas. Se estima que más de 800 millones de indios viven en la pobreza más absoluta. Casi la práctica totalidad de ellos son campesinos que viven de sus parcelas de terreno que no llegan a la hectárea y que dependen de las grandes empresas privadas para el suministro de semillas, abonos y materiales. Además, tienen que sobrevivir en medio de impresionantes proyectos industriales (extracción de minerales, especialmente) e hidráulicos que anegan sus tierras o se las expropian a precios irrisorios. A ello hay que sumar la opresión tradicional que las castas inferiores vienen sufriendo desde tiempos inmemoriales y la presencia, cada vez mayor, de los paramilitares al servicio de los grandes propietarios. Al caso del Ranvir Sena hay que sumar el de Salwa Judum, del que se hablará más adelante.
En 2004 se realizaron elecciones generales en India, que ganó el Congreso Nacional aunque formó una alianza con otras formaciones políticas centristas. Una de las primeras iniciativas que el nuevo gobierno puso en marcha fue desbloquear los sectores estratégicos (construcción, minería y pensiones) a la inversión extranjera, recortó los impuestos a los beneficios empresariales y permitió una reforma de las leyes laborales indias que hizo posible que los trabajadores perdieran parte de sus conquistas sociales. Este hecho es especialmente grave porque, al calor de las reformas económicas neoliberales, el gobierno ha establecido Zonas Económicas Especiales en las que esos derechos son prácticamente inexistentes. A comienzos del año 2009 hay 40 ZEE en funcionamiento (de las 339 que quiere establecer el gobierno central en todo el país) y son áreas que, gracias a las desgravaciones fiscales que hacen que las empresas no paguen ningún impuesto, gozan de ventajas fiscales y económicas para favorecer la productividad y donde se puede eludir la legislación normal en materia laboral, sindical y ambiental con el objetivo de atraer inversores locales y extranjeros.
No es de extrañar, por lo tanto, que el nuevo partido se encontrase el terreno abonado para una rápida expansión. Con la unificación, sus zonas de acción comprendían siete de los 28 estados de India. En menos de tres años, desde septiembre de 2004 a julio de 2007, la insurrección maoísta se había extendido a 14 estados (Chhattisgarh, Jharkhand, Uttar Pradesh, Asma, Uttaranchal, Kerala, Tamil Nadu, Bengala Occidental, Gujarat, Andhra Pradesh, Madhya, Pradesh, Orissa, Maharashtra y Bihar) y que, en cifras, significa que en 167 distritos -de un total de 602 en que está dividido administrativamente el país- son los maoístas quienes controlaban la situación. De hecho en los cinco últimos estados mencionados más arriba se puede hablar de que es un hecho el "poder popular de nueva democracia" que proclaman los naxalitas puesto que son ellos quienes controlan el poder en todo el campo, cobran impuestos a las grandes empresas en sus zonas de influencia, construyen diques, sistemas de regadío, imparten justicia, disciernen los problemas de lindes de tierras entre los campesinos y han suprimido, por ejemplo, los matrimonios entre niños. Los maoístas indios respetan a los cargos locales –incluyendo a policías- si el pueblo considera que son honestos y no están comprometidos en casos de corrupción o represión. También respetan a las empresas que están instaladas en sus zonas de influencia, pero las cobran un “impuesto revolucionario”, que oscila entre el 15 y el 20% de sus beneficios, con el que financian sus actividades. El primer ministro del gobierno central de Nueva Delhi, Manmohan Singh reconoció el avance maoísta el 23 de agosto de 2006 al afirmar, de manera solemne en el Parlamento, que "se han convertido [los maoístas] en el desafío interno más grande para la seguridad que tiene India" (10). Para hacer frente al auge maoísta el gobierno de Nueva Dehli puso en marcha en 2005 la conocida estrategia de los EEUU en Vietnam y perfeccionada después en América Central durante los procesos revolucionarios de El Salvador y, sobre todo, Guatemala: la creación de las aldeas estratégicas y la formación de patrullas paramilitares que defenderían esas aldeas (las Patrullas de Autodefensa Civil de Guatemala). En India son conocidos como Salwa Judum (que se traduciría como "Cazadores de la paz") y tienen la categoría de "agentes policiales especiales" en los poblados campesinos. Esta denominación no se utiliza en el caso de los paramilitares del Ranvir Sena, que siguen aún activos en Bihar. Al darles la caracterización de “agentes policiales especiales” el gobierno central reconocía que sólo una actividad de este tipo podía frenar a la guerrilla maoísta puesto que sus integrantes no están sujetos a las mismas reglas, teóricas, que policías y ejército en la lucha contraguerrillera. Las matanzas provocadas tanto por los paramilitares del Ranvir Sena como por los del Salwa Judum están a la orden del día y es contra ellos contra los que está centrando en estos momentos su ofensiva la guerrilla. El 15 de marzo de 2007 una emboscada causó 50 muertos una fuerza conjunta de paramilitares y policías (11). Era el comienzo de una guerra sangrienta que aún está muy lejos de terminar. La principal actividad de los paramilitares es el desplazamiento forzado de campesinos hacia "campos temporales" que han sido creados en las áreas de Bhairamgarh, Gedam y Bijapur (en el estado de Chhattisgarh) y en los que se hacinan 50.000 personas (12). Pagados por terratenientes y por el propio estado indio, los paramilitares cobran un sueldo estimado en 1.500 rupias mensuales (unos 26 euros). La guerra contra insurreccional, como en los países centroamericanos mencionados o en Perú y Colombia, intenta cortar a base de terror el avance de la guerrilla. Se estima que son unos 5.000 los integrantes del Salwa Judum y el ideólogo, al estilo de los paramilitares colombianos que amparó el presidente Álvaro Uribe durante su etapa como gobernador de Antioquia, fue el principal dirigente del Partido del Congreso en Chhattisgarh. Este es el partido al que pertenece el primer ministro de India. Los paramilitares son necesarios para India puesto que la expansión naxalita se está produciendo en zonas muy ricas en reservas minerales y donde está prevista la implantación no sólo de las ZEE, sino la presencia de multinacionales extranjeras. Por ello es necesario extirpar, o reducir, la presencia naxalita en estas zonas. Y si la acción de los paramilitares no es suficiente para parar a la guerrilla, el gobierno otorga, además, recompensas de un millón de rupias (unos 17.000 euros) por la delación de los principales dirigentes guerrilleros.
Esta estrategia está en marcha preferentemente en la "zona roja", denominación que el gobierno indio otorga a los estados de Andhra Pradesh, Madhya Pradesh, Orissa, Maharashtra y Bihar, aunque en los últimos meses se ha desatado una impresionante campaña militar guerrillera en Chhattisgarh que ha hecho que el ejecutivo de Nueva Delhi ponga sus ojos en este estado dejando un poco aparcados sus planes en los anteriores. La razón del por qué los maoístas se están centrando en Chhattisgarh es que este estado, junto al de Jharkhand, se está convirtiendo en la punta de lanza de la política neoliberal del gobierno tras firma de suculentos contratos de millones de dólares con las grandes corporaciones industriales, nacionales y multinacionales, del acero, hierro, carbón y de la electricidad que van a suponer un nuevo auge del éxodo de campesinos a los barrios miseria de las ciudades. Es un hecho que el control guerrillero de este estado es casi total, con 10 de los 16 distritos que lo componen en su poder (13) y que sus acciones militares con cada vez más audaces, incluyendo atentados contra autoridades, policías, representantes políticos y objetivos estratégicos económicos e industriales.
La pretensión gubernamental es circunscribir la presencia maoísta en esa "zona roja" y evitar que se extienda con igual fuerza por el resto del país. Una vez conseguido el objetivo, la represión se centraría en lo que se puede denominar "bases de apoyo" o zonas liberadas. No obstante, son los diferentes estados quienes tienen responsabilidad en cuestiones de seguridad y no el gobierno central, de ahí que en la represión participe la policía y no el Ejército, y hay diferentes opiniones sobre la mejor forma de enfrentarse al auge guerrillero. En Andhra Pradesh hay una tendencia a entablar negociaciones directas mientras que en Chhattisgarh se fomenta el fenómeno paramilitar, por mencionar los dos ejemplos más extremos. En estas posturas influye en papel que la izquierda moderada tiene en los diferentes gobiernos e, incluso, en el gobierno central aunque en la actualidad está algo mermado tras la firma del acuerdo nuclear entre India y Estados Unidos (2008). Esa es la razón por la que se están intentando poner en marcha, otra vez, tímidas reformas agrarias en toda India y que tiene como experiencia piloto la que en 2005 se puso en marcha en el Estado madre de la guerrilla: Bengala Occidental. Este es un estado que gobierna el PCI (marxista).
Notas:
(6) Un artículo de la Agencia “Nueva China” de 27 de junio de 1967 definía las verdaderas características e implicaciones del movimiento al afirmar que “una base de la lucha armada de los campesinos, dirigida por los revolucionarios del partido comunista indio, ha sido establecida en el campo. Es una potente chispa del fuego de la lucha armada revolucionaria desencadenada por el pueblo indio inspirado en el pensamiento de Mao Tse-Tung. Los revolucionarios del partido comunista indio en la subdivisión de Naxalbari, que preconizan la toma del poder político mediante la lucha armada, han iniciado la preparación en 1965 armando a los campesinos y estableciendo bases rurales. Durante estos dos últimos años se han esforzado en movilizar y organizar a los campesinos y después de las cuartas elecciones generales, que tuvieron lugar a principios del mes de marzo de este año en la India, han ido a Naxalbari y otras poblaciones para dirigir a los campesinos en la lucha armada para posesionarse de las tierras. Así, han tomado el camino de la revolución china”.
(7) “People’s March”, abril de 1981.
(8) Servicio Noticioso “Un mundo que ganar”, 17 de febrero de 2003.
(9) “Estrategia y tácticas de la Revolución India”, Comité Central del PCI (maoísta), septiembre de 2004.
(10) “The Christian Science Monitor”, 28 de agosto de 2006.
(11) Agencia “France Press”, 15 de marzo de 2007.
(12) “The Indian Express”, 7 de junio de 2007.
(13) Agencia “Prensa Latina”, 15 de marzo de 2007.
Alberto Cruz es periodista y politólogo. Este artículo será publicado en el número 6 de la Revista Humania del Sur del Centro de Estudios de África y Asia “José Manuel Briceño Monzillo” de la Universidad de Los Andes (Mérida - Venezuela) y forma parte de un libro de próxima publicación.
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