Nueva Delhi, 5 mar (EFE).-
La escritora india Arundhati Roy, al frente de un grupo de intelectuales y activistas, aseguró hoy que la ofensiva del Gobierno contra la guerrilla maoísta supone "una lucha contra su propio pueblo" y tachó a la India de "democracia convertida en Estado policial".En una rueda de prensa en la sede delhí del Club de Corresponsales Extranjeros del Sur de Asia, la célebre autora de "El dios de las pequeñas cosas" denunció la "situación genocida" que en su opinión tiene lugar en las áreas de actuación de la guerrilla "naxalita" a causa de la actuación de las fuerzas de seguridad.
"No es la primera vez. Desde que la India obtuvo la independencia, empezó una lucha contra su propio pueblo", lamentó la activista, que citó los casos de Cachemira y las tensiones separatistas en los Estados del nordeste del país.
Preguntada por la audiencia sobre si se considera una simpatizante maoísta, la escritora aseguró entender "de dónde vienen" los rebeldes y dijo preferir estar "del lado de alguien que intenta ponerse al frente de la causa de la justicia".
Pese a aclarar que ella no es "una maoísta" y desmarcarse en varias ocasiones de las acciones violentas de la guerrilla, Roy instó a la audiencia a ponerse en el lugar de la población tribal que habita el centro y el este de la India e imaginarse a un centenar de policías "rodeando una aldea y violando" a mujeres.
"¿Qué pueden hacer? ¿Una huelga de hambre? ¿Una 'satyagraha' (la desobediencia civil propugnada por Gandhi)?", ironizó la ganadora del "Booker Prize" de 1997, quien se abstuvo en el caso de los rebeldes de hacer un juicio moral y dijo no verse en situación de sugerir "el tipo de resistencia que deben adoptar".
Roy alertó de que no pueden separarse de forma nítida los guerrilleros de la población tribal y dijo que "la mitad de los maoístas son mujeres y casi todos ellos pertenecen a tribus".
La activista denunció el libre mercado y el hinduismo como las "dos formas de totalitarismo" que, según ella, se han implantado en el país desde principios de la década de 1990 y resumió la historia de la India independiente como "una intervención militar sin fin de un Estado dominado por hindúes de casta alta contra las castas bajas, los cristianos y, por supuesto, los musulmanes".
Antes de su intervención, tomaron la palabra abogados, activistas y profesores que cargaron contra "una guerra a gran escala contra el pueblo" y la "represión fascista" del Gobierno.
El grupo mostró unas diapositivas sobre la llamada operación antimaoísta "Caza Verde" que se inició en septiembre de 2009 y que ha causado, según sus datos, el desplazamiento de 200.000 'adivasis' (población tribal).
Los intelectuales recordaron que el 70 por ciento del carbón y el 60 por ciento de la bauxita india se hallan en los estados de Jharkhand, Orissa y Chhattisgarh, donde las fuerzas de seguridad intentan arrebatar a los "naxalitas" las zonas bajo su control, y dijeron que la operación busca el "beneficio de las empresas multinacionales" que intentan explotar los recursos naturales.
Según el Gobierno indio, la violencia maoísta es la que más muertos ha ocasionado en la India en los últimos años -591 civiles, 317 miembros de las fuerzas de seguridad y 217 insurgentes en 2009-, por encima del más conocido conflicto de Cachemira.
Los rebeldes permanecen sobre todo activos en el llamado "cinturón rojo", una franja de territorio en el centro y el este de la India donde tienen numerosos campos de entrenamiento y buscan el apoyo del campesinado para implantar una revolución agraria de corte comunista.
Alimentado por el marxismo bengalí, el movimiento -calificado hoy por el Gobierno como la "mayor amenaza" a la que hace frente el país- tomó fuerza a principios de la década de 1970 y fue duramente reprimido por el Estado, dando origen incluso a una profusa literatura de denuncia como la de la escritora Mahasweta Devi.
Pero la influencia de la guerrilla -que boicoteó con las armas las elecciones generales de abril y mayo de 2009- ha ido creciendo y tanto el Gobierno como los rebeldes se han llamado durante las últimas semanas mutuamente, sin éxito, a un armisticio para abrir el diálogo. EFE
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