Txente Rekondo
Rebelión India, considerada por algunos como “la mayor democracia del mundo”, tiene una cara más oscura, que normalmente no asoma en los medios de comunicación. Más allá de los múltiples conflictos sociales, étnicos, religiosos, comunales que a día de hoy conviven dentro del gigante asiático, estos días la centralidad mediática ha estado marcada por la violación y posterior muerte de una joven.
Esas mismas fuentes informativas, que por lo general prefieren ocultar la faceta más conflictiva de India, parece que estos días han encontrado una nueva cruda “realidad” en torno a la citada agresión. Por eso, durante estas semanas nos han querido mostrar la violencia contra las mujeres, aunque finalmente serán contadas las noticias que profundicen en el verdadero nivel de la violencia estructural contra la mujer en India.
Una mirada más detallada al gigante asiático nos permite constatar la terrible historia de desigualdad y abandono que deben soportar las mujeres, una realidad basada en la discriminación, el prejuicio y la violencia. Presentando ésta, además, diversas formas dirigidas directamente contra la mujer india: violación, explotación y humillación sexual (prostitución) violencia doméstica, desde battery hasta la tortura o la muerte
En India nos encontramos con una estructura patriarcal, un sistema donde la dominación masculina está legitimada dentro de la familia y la sociedad, a través de derechos “superiores,” privilegios, autoridad y poder. Y todo ello acompañado además por unas graves carencias, cuando no complicidades, por parte del propio estado indio y de las instituciones del mismo, y que ponen de relieve la insuficiencia, ineficacia y falta de voluntad de la maquinaria del Estado para frenar la violencia contra las mujeres.
Las declaraciones de determinados representantes del chauvinismo hinduista y de sectores reaccionarios de la sociedad, la inacción de los representantes políticos, la enorme corrupción del aparato policial o al incapacidad de la judicatura (a la vista está el ridículo número de condenas) componen el coctel básico que en cierta medida “justifica” esa realidad contra la mujer india.
Las mujeres en India, al igual que los hombres, pueden ser víctimas de “asesinatos, hurtos, engaños…pero además son sujeto de un abanico de diferente tipo de violencia de la que únicamente ellas son objeto., o que les hace ser objeto de todo tipo de violencia.
Si bien es cierto que los recientes acontecimientos se centran en la violación de una mujer, la tipología de agresiones es mucho más amplia:
Muerte por dotes: es un nuevo término en criminología en la India, e implica la muerte (por asesinato o suicidio) de una novia joven que es acosada por su esposo y suegros para que aporte más dinero y artículos, en calidad de dote, y que debe “aportar” al hogar de su familia política.
Violación: Los datos oficiales son mucho menores a los reales, en buena parte debido al estigma asociado a la víctima y a las presiones oficiales para no denunciar. Incluso cuando se denuncia, el culpable es rara vez aprehendido, y si se le juzga, se hacen intentos para exonerarlo lanzando calumnias sobre el carácter moral de la mujer. Las víctimas son en muchas ocasiones mujeres jóvenes (incluidas menores de edad), pertenecientes a grupos tribales o castas bajas, minorías comunitarias o religiosas (víctimas durante conflictos y enfrentamientos comunales). La victimización de las mujeres durante los disturbios es común, siendo objeto de venganzas políticas. A día de hoy, “en India cada cuatro segundos es violada una mujer. Cientos de mujeres son violadas cada día, algunas en el matrimonio, otras en las calles.
Inmolación de la mujer (sati): quemar a una viuda en la pira funeraria de su marido muerto, era una práctica antigua en determinadas comunidades y castas en algunas partes de la India ,y que fue abolida legalmente por el Gobierno británico. Tras la independencia se dieron casos en Rajastán, incluso en 1989 uno saltó a la primeras páginas de los medios
Matrimonio de menores: practica hindú que perdura durante siglos. Las heridas físicas, o los embarazos pueden tener consecuencias fatales, sin olvidar la tensión emocional de las responsabilidades domésticas en una edad inmadura .
Infanticidio y feticidio femenino: el desequilibrio “ratio-sexo” muestra un constante declive en la proporción de mujeres en la población total de India. Y ello es debido en buena medida a la preferencia por hijos, que hace que se dispare el aborto selectivo de fetos femeninos o que se elimine físicamente el recién nacido si es mujer.
Prostitución: una realidad que ha experimentado un incremento alarmante, y que por lo general está ligada al crimen organizado, La pobreza en las zonas rurales hace que las mujeres y las niñas sean víctimas fáciles de las tramas de la prostitución. La situación de esos sectores es lamentable (repudiadas social y familiarmente), y aquellas que logran escapar de esas tramas mafiosas, se topan en los hogares de rescate con una situación bastante deplorable también.
Acoso sexual en zonas públicas, tanto en grandes ciudades como en pueblos. A penas tiene persecución legal, y si se produce la condena es testimonial. Esta es una de las agresiones más extendida y que a diario tienen que hacer frente las mujeres en India.
Algunos señalan que India es una democracia caótica, atravesando una encrucijada. El gigante indio está lleno de situaciones cuando menos contradictorias.
Por un lado es mujer la dirigente del principal partido de la oposición, también la presidente de la cámara baja del parlamento, tres ministras y un número cada vez más importante de deportistas y empresarias son también mujeres. También es el país en el que una generación de mujeres jóvenes y con estudios se incorpora al mundo del trabajo en números antes impensables.
Y por otro lado, nos encontramos con otros datos, que normalmente no tienen tanto eco, y que muestran que en el pasado más reciente: al menos 6 parlamentarios estatales han sido acusados por violación, y otros 36 tienen acusaciones por ofender el pudor de una mujer, asalto, insultar al pudor de una mujer. Por otro lado, 27 candidatos en las elecciones de los diferentes estados han sido acusados de violación, y otros 260 candidatos tienen acusaciones por diferentes tipo de violencia contra las mujeres.
Durante estos años, toda esa tipología de crímenes y agresiones contra las mujeres en India han ido en aumento. Y la violencia, la atención de salud inadecuada, la mala alimentación, la falta de atención a la salud personal y el bienestar, la desigualdad, la negligencia y el abandono son el pan de cada día para el género femenino.
Una activista india denunciaba recientemente, “nosotras, las mujeres indias hemos sido sobadas, manoseadas, tocadas, empujadas, ridiculizadas, pellizcadas y violadas. Algunas de nosotras literalmente violadas, y algunas violadas por los ojos, los comentarios o los gestos. Cada una de nosotras se ha enfrentado a esa realidad desde la pubertad, e incluso algunas desgraciadamente lo han sufrido incluso antes. Algunas lo hemos sufrido en sus casas, otras en las escuelas y la mayoría de nosotras en las calles”.
La reciente violación ha acaparado la atención de medios e instituciones, y como denuncia la citada activista ello se deba probablemente a que la joven cumplía todos los “requisitos” que la convertían en una “india ideal”. Lo que le lleva al mismo tiempo a interrogarse en voz alta si se hubiera generado las mismas reacciones si esa chica “hubiera vestido falda corta”. E incluso afirma que es el momento “ de analizar también nuestros propios prejuicios cuando estamos ante otros casos de violación”.
Al tiempo que denuncia los prejuicios contra las mujeres consideradas “modernas” en India, la vista gorda ante las violaciones en los pueblos, e incluso mirar hacia otro lado cuando las víctimas de las agresiones son mujeres dalias violadas por miembros de las castas superiores.
Para acabar con la discriminación, la opresión, la ausencia de oportunidades, las muertes de honor, la mujer como propiedad…en India, como en otros lugares, se hace necesario poner fin a un sistema que ampara o se sustenta en las diferencias sociales, políticas y económicas que a día de hoy son “el pilar de la mayor democracia del mundo”.
Txente Rekondo.- Analista Internacional
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