[Os ofrecemos a continuación un nuevo texto del siempre recordado camarada Azad sobre el demoledor ataque guerrillero que, hace casi un año, llevó a cabo el EGLP en Dantewada contra las fuerzas parapoliciales del estado fascista indio. Al camarada Azad y al PCI (Maoísta) no les caben dudas sobre el camino a seguir para lograr la victoria: “Sólo la resistencia más feroz, más resuelta y más heroica por parte del pueblo puede derrotar a los belicistas y proporcionar al pueblo un espacio democrático y la paz”. Todo lo demás es ilusión, es decir, cuentos de ilusos o para ilusos. Así lo creemos en ODC.]
Traducido por ODIO DE CLASE
Comunicado de prensa publicado en People’s March, de mayo-junio de 2010. Págs. 87-91
La heroica guerrilla del Ejército Guerrillero de Liberación Popular (EGLP), dirigida por el PCI (Maoísta), ha hecho historia al eliminar una compañía entera de las fuerzas paramilitares de la Unión India en el distrito de Dantewada, en Chhattisgarh. El EGLP eliminó a más de 80 mercenarios de la Fuerza de Policía de la Reserva Central [CRPF, en sus siglas en inglés], que formaban parte de la enorme fuerza mercenaria armada, integrada por más de 60 batallones, enviada por Chidambaram [Ministro del Interior de la Unión India] a Chhattisgarh, Jharkhand, Orissa, Bengala Occidental, Bihar y Maharashtra para llevar a cabo el genocidio de los adivasis. Resultaron heridos varios mercenarios más en el mayor ataque guerrillero acaecido en la India hasta la fecha. El EGLP incautó una gran cantidad de armamento y munición altamente sofisticados a estos mercenarios, incluyendo morteros y LMGs [modelo desarrollado del fusil de asalto norteamericano M16]. El Comité Central del PCI (Maoísta) transmite sus más afectuosos saludos revolucionarios a los valientes combatientes del EGLP que han dado adecuada respuesta al impostor Chidambaram y puesto al descubierto su descarada mentira de que la brutal Operación “Green Hunt” [“Cacería Verde”, en inglés] es un mito inventado por los medios de comunicación.
La emboscada de Dantewada es una culminación lógica de la interminable y terrible provocación de los sicarios uniformados enviados por Chidambaram y Raman Singh a las zonas adivasis con objeto de crear un brutal reino de terror. En tan sólo ocho meses, 114 adivasis desarmados fueron secuestrados, torturados y asesinados a sangre fría por estos sicarios uniformados. Varias mujeres fueron violadas por grupos de estos bandidos sin ley. Ni ellos ni sus jefes vestidos con el khadi [vestimenta tradicional india, al estilo de Mahatma Gandhi] tienen ningún respeto por la Constitución india. Tienen licencia no escrita para secuestrar, torturar, violar y asesinar, sin mediar preguntas, a cualquier adivasi o maoísta. Esta deshumanización de la policía y de las fuerzas paramilitares está alentada conscientemente por Chidambaram, Raman Singh y Vishwa Ranjan, entre otros, a pesar de sus piadosos cantos por la paz y la ahimsa [“No violencia”, en hindi]. Detrás de su retórica de tonos sofisticados subyacen las más crudas pasiones, bestiales y deshumanizadas, capaces de devorar seres humanos para establecer su control absoluto sobre los recursos y la vida del pueblo. Su visión no tiene más alcance que la de un daroga [jefe de policía] local, como señaló acertadamente un portavoz del Janata Dal (United) [partido con especial implantación en los estados de Bihar y Jharkhand] refiriéndose a Chidambaram. Y sus tácticas no mejoran las de un macarra barriobajero. Mientras su mentalidad fascista se niegue a ver las raíces sociopolíticas y económicas del Naxalismo y continúen tratándolo como una enfermedad o un problema, en tanto el pueblo oprimido lo vea cada vez más como un remedio y una solución a sus problemas, los ataques como el de Dantewada se sucederán con mayor frecuencia e intensidad.
Las atrocidades cometidas por estas fuerzas, junto con sicarios organizados por el estado como los Salwa Judum, los comandos Koya y las Fuerzas Especiales de Policía [SPO, en sus siglas en inglés] en Dantewada y Bijapur, le hacen a uno -a uno que no sea Chidambaram o sus cobras, jaguares, galgos, etc.- estremecerse de horror y repugnancia. Además de historias de secuestros interminables, de horribles torturas, de horripilantes violaciones de grupo y de terribles masacres de adivasis corrientes, las llamadas "fuerzas de seguridad" mantienen bajo su custodia ilegal a entre 20 y 30 adivasis de cada aldea. Siempre que estiman necesario mostrar algún éxito en su lucha contra los maoístas en términos de recuento de víctimas, se cargan a algunos de estos desventurados cautivos adivasis, afirmando que “las fuerzas de seguridad” habían matado guerrilleros maoístas en el transcurso de “feroces enfrentamientos”. Y para demostrar esta afirmación ante el mundo, estos mentirosos al servicio de Chidambaran visten con uniformes militares los cadáveres de los pobres adivasis. Ante este singular drama escenificado por los que se supone son guardianes de la ley, ¿qué otra opción queda a los maoístas y a las masas adivasis sino tomar represalias en su propia defensa?
Ahora los halcones belicistas del Ministerio del Interior de la Unión y de los diversos gobiernos estatales, los dirigentes políticos y los portavoces de los partidos con representación parlamentaria, los llamados analistas de defensa, el alto mando de la policía y sus agentes empleados en los medios de comunicación gritan a viva voz que se debería declarar una guerra total y que los maoístas deberían ser aniquilados. La realidad es que esa guerra total ya se ha declarado y se está ejecutando del modo más despiadado. Lo que puede que quieren estos carroñeros es bombardear zonas enteras bajo control maoísta y alcanzar una paz de cementerio. Si llegaran a entregarse a tales actos de barbarie disparatada, la contraviolencia revolucionaria maoísta adoptará formas nuevas y devastadoras que estos apologistas del terror de Estado y del terrorismo paramilitar no pueden siquiera imaginar.
El BJP [Bharatiya Janata Party (Partido Popular indio), en hindi] y sus bandas de extrema derecha de terroristas fascistas hindúes no han parado de vociferar como lunáticos que los maoístas han declarado una guerra a la India y que el BJP dará todo su apoyo a cada decisión que tome el Congreso para terminar con los maoístas. En respuesta a estos bandidos terroristas de extrema derecha afirmamos una vez más que la nuestra es una guerra librada por la India real —la India de los sectores sociales oprimidos, reprimidos y deprimidos; la India de las masas hambrientas, empobrecidas y desnutridas- contra esa India resplandeciente al servicio de un puñado de parásitos elitistas y corporativos, la India de los agentes imperialistas que se embolsan enormes intereses y comisiones gracias a negocios infames, la de las bandas mafiosas del ladrillo que se apoderan de la tierra de los pobres en nombre de las ZEE [SEZ, en sus siglas en inglés, “Zonas Económicas Especiales”] y todo tipo de proyectos, la de los contratistas sin escrúpulos y las empresas mineras que dirigen un estado paralelo, la de los dirigentes políticos y burócratas corruptos y degenerados a más no poder, la de los asesinos con patente vistiendo el uniforme de policía, infames capaces de cometer los peores crímenes contra la humanidad, y otros traidores de la misma laya. La nuestra es una guerra contra las bandas de extrema derecha de terroristas armados hasta los dientes cuyo sueño es transformar nuestro país en un estado fascista hindú mediante el genocidio, al estilo del de Gujarat, de las minorías religiosas. La nuestra es una genuina Guerra Popular para liberar ciertamente al pueblo de todo tipo de opresión y explotación, y para establecer una auténtica India democrática y popular. No es una guerra contra la India, sino una guerra para liberar a la India de las garras de estos saqueadores rapaces.
La única responsabilidad por la muerte de los hombres de la Fuerza de Policía de la Reserva Central [CRPF, en sus siglas en inglés] en Dantewada incumbe a la banda de Sonia-Man Mohan-Chidambaram-Pranab y al régimen terrorista de extrema derecha de Raman Singh en Chhattisgarh que se dedican a reclutar masivamente a muchachos y muchachas y a utilizarlos como carne de cañón en su sucia guerra contrarrevolucionaria contra los revolucionarios maoístas, contra el modelo maoísta de desarrollo y en su ávida fiebre por las riquezas minerales de las regiones adivasis. El Comité Central del PCI (Maoísta), al tiempo que muestra sus sinceras condolencias a las desconsoladas familias de los jawans muertos, hace un llamamiento a los integrantes de las fuerzas paramilitares estatales y de la Unión para que tomen conciencia de que son utilizados como carne de cañón en esta guerra librada por la clase explotadora dominante en interés de una pequeña elite parasitaria contra el pueblo pobre y oprimido de nuestro país dirigido por el PCI (Maoísta).
Hacemos un llamamiento a todas las organizaciones y particulares de la India, amantes de la paz y con vocación democrática, para que comprendan el contexto en que los maoístas se ven obligados a aniquilar a las llamadas fuerzas de seguridad, que están creando un verdadero reino del terror en áreas adivasis, armados con morteros, LMGs y granadas. Cuando los bandidos tratan de saquearle la casa a uno, ese uno tiene el deber de luchar. Y eso es lo que están haciendo las masas dirigidas por los maoístas en todas estas zonas. Cuando los bandidos de la Fuerza de Policía de la Reserva Central [CRPF, en sus siglas en inglés] fuerzan y saquean las casas de los adivasis, ¿no está justificado responder? El audaz ataque de nuestro heroico EGLP contra una fuerza enemiga superior en términos de potencia de fuego fue posible gracias al masivo apoyo popular de que goza el Partido y la guerrilla. Con la aportación de inteligencia que nos presta el pueblo, que es nuestros ojos y nuestros oídos, y con su participación activa, estamos seguros de derrotar la brutal ofensiva del enemigo bajo el nombre de Operación Green Hunt [“Cacería Verde”, en inglés]. No hay atajos para alcanzar la paz. Sólo la resistencia más feroz, más resuelta y más heroica por parte del pueblo puede derrotar a los belicistas y proporcionar al pueblo un espacio democrático y la paz.
La emboscada de Dantewada es una culminación lógica de la interminable y terrible provocación de los sicarios uniformados enviados por Chidambaram y Raman Singh a las zonas adivasis con objeto de crear un brutal reino de terror. En tan sólo ocho meses, 114 adivasis desarmados fueron secuestrados, torturados y asesinados a sangre fría por estos sicarios uniformados. Varias mujeres fueron violadas por grupos de estos bandidos sin ley. Ni ellos ni sus jefes vestidos con el khadi [vestimenta tradicional india, al estilo de Mahatma Gandhi] tienen ningún respeto por la Constitución india. Tienen licencia no escrita para secuestrar, torturar, violar y asesinar, sin mediar preguntas, a cualquier adivasi o maoísta. Esta deshumanización de la policía y de las fuerzas paramilitares está alentada conscientemente por Chidambaram, Raman Singh y Vishwa Ranjan, entre otros, a pesar de sus piadosos cantos por la paz y la ahimsa [“No violencia”, en hindi]. Detrás de su retórica de tonos sofisticados subyacen las más crudas pasiones, bestiales y deshumanizadas, capaces de devorar seres humanos para establecer su control absoluto sobre los recursos y la vida del pueblo. Su visión no tiene más alcance que la de un daroga [jefe de policía] local, como señaló acertadamente un portavoz del Janata Dal (United) [partido con especial implantación en los estados de Bihar y Jharkhand] refiriéndose a Chidambaram. Y sus tácticas no mejoran las de un macarra barriobajero. Mientras su mentalidad fascista se niegue a ver las raíces sociopolíticas y económicas del Naxalismo y continúen tratándolo como una enfermedad o un problema, en tanto el pueblo oprimido lo vea cada vez más como un remedio y una solución a sus problemas, los ataques como el de Dantewada se sucederán con mayor frecuencia e intensidad.
Las atrocidades cometidas por estas fuerzas, junto con sicarios organizados por el estado como los Salwa Judum, los comandos Koya y las Fuerzas Especiales de Policía [SPO, en sus siglas en inglés] en Dantewada y Bijapur, le hacen a uno -a uno que no sea Chidambaram o sus cobras, jaguares, galgos, etc.- estremecerse de horror y repugnancia. Además de historias de secuestros interminables, de horribles torturas, de horripilantes violaciones de grupo y de terribles masacres de adivasis corrientes, las llamadas "fuerzas de seguridad" mantienen bajo su custodia ilegal a entre 20 y 30 adivasis de cada aldea. Siempre que estiman necesario mostrar algún éxito en su lucha contra los maoístas en términos de recuento de víctimas, se cargan a algunos de estos desventurados cautivos adivasis, afirmando que “las fuerzas de seguridad” habían matado guerrilleros maoístas en el transcurso de “feroces enfrentamientos”. Y para demostrar esta afirmación ante el mundo, estos mentirosos al servicio de Chidambaran visten con uniformes militares los cadáveres de los pobres adivasis. Ante este singular drama escenificado por los que se supone son guardianes de la ley, ¿qué otra opción queda a los maoístas y a las masas adivasis sino tomar represalias en su propia defensa?
Ahora los halcones belicistas del Ministerio del Interior de la Unión y de los diversos gobiernos estatales, los dirigentes políticos y los portavoces de los partidos con representación parlamentaria, los llamados analistas de defensa, el alto mando de la policía y sus agentes empleados en los medios de comunicación gritan a viva voz que se debería declarar una guerra total y que los maoístas deberían ser aniquilados. La realidad es que esa guerra total ya se ha declarado y se está ejecutando del modo más despiadado. Lo que puede que quieren estos carroñeros es bombardear zonas enteras bajo control maoísta y alcanzar una paz de cementerio. Si llegaran a entregarse a tales actos de barbarie disparatada, la contraviolencia revolucionaria maoísta adoptará formas nuevas y devastadoras que estos apologistas del terror de Estado y del terrorismo paramilitar no pueden siquiera imaginar.
El BJP [Bharatiya Janata Party (Partido Popular indio), en hindi] y sus bandas de extrema derecha de terroristas fascistas hindúes no han parado de vociferar como lunáticos que los maoístas han declarado una guerra a la India y que el BJP dará todo su apoyo a cada decisión que tome el Congreso para terminar con los maoístas. En respuesta a estos bandidos terroristas de extrema derecha afirmamos una vez más que la nuestra es una guerra librada por la India real —la India de los sectores sociales oprimidos, reprimidos y deprimidos; la India de las masas hambrientas, empobrecidas y desnutridas- contra esa India resplandeciente al servicio de un puñado de parásitos elitistas y corporativos, la India de los agentes imperialistas que se embolsan enormes intereses y comisiones gracias a negocios infames, la de las bandas mafiosas del ladrillo que se apoderan de la tierra de los pobres en nombre de las ZEE [SEZ, en sus siglas en inglés, “Zonas Económicas Especiales”] y todo tipo de proyectos, la de los contratistas sin escrúpulos y las empresas mineras que dirigen un estado paralelo, la de los dirigentes políticos y burócratas corruptos y degenerados a más no poder, la de los asesinos con patente vistiendo el uniforme de policía, infames capaces de cometer los peores crímenes contra la humanidad, y otros traidores de la misma laya. La nuestra es una guerra contra las bandas de extrema derecha de terroristas armados hasta los dientes cuyo sueño es transformar nuestro país en un estado fascista hindú mediante el genocidio, al estilo del de Gujarat, de las minorías religiosas. La nuestra es una genuina Guerra Popular para liberar ciertamente al pueblo de todo tipo de opresión y explotación, y para establecer una auténtica India democrática y popular. No es una guerra contra la India, sino una guerra para liberar a la India de las garras de estos saqueadores rapaces.
La única responsabilidad por la muerte de los hombres de la Fuerza de Policía de la Reserva Central [CRPF, en sus siglas en inglés] en Dantewada incumbe a la banda de Sonia-Man Mohan-Chidambaram-Pranab y al régimen terrorista de extrema derecha de Raman Singh en Chhattisgarh que se dedican a reclutar masivamente a muchachos y muchachas y a utilizarlos como carne de cañón en su sucia guerra contrarrevolucionaria contra los revolucionarios maoístas, contra el modelo maoísta de desarrollo y en su ávida fiebre por las riquezas minerales de las regiones adivasis. El Comité Central del PCI (Maoísta), al tiempo que muestra sus sinceras condolencias a las desconsoladas familias de los jawans muertos, hace un llamamiento a los integrantes de las fuerzas paramilitares estatales y de la Unión para que tomen conciencia de que son utilizados como carne de cañón en esta guerra librada por la clase explotadora dominante en interés de una pequeña elite parasitaria contra el pueblo pobre y oprimido de nuestro país dirigido por el PCI (Maoísta).
Hacemos un llamamiento a todas las organizaciones y particulares de la India, amantes de la paz y con vocación democrática, para que comprendan el contexto en que los maoístas se ven obligados a aniquilar a las llamadas fuerzas de seguridad, que están creando un verdadero reino del terror en áreas adivasis, armados con morteros, LMGs y granadas. Cuando los bandidos tratan de saquearle la casa a uno, ese uno tiene el deber de luchar. Y eso es lo que están haciendo las masas dirigidas por los maoístas en todas estas zonas. Cuando los bandidos de la Fuerza de Policía de la Reserva Central [CRPF, en sus siglas en inglés] fuerzan y saquean las casas de los adivasis, ¿no está justificado responder? El audaz ataque de nuestro heroico EGLP contra una fuerza enemiga superior en términos de potencia de fuego fue posible gracias al masivo apoyo popular de que goza el Partido y la guerrilla. Con la aportación de inteligencia que nos presta el pueblo, que es nuestros ojos y nuestros oídos, y con su participación activa, estamos seguros de derrotar la brutal ofensiva del enemigo bajo el nombre de Operación Green Hunt [“Cacería Verde”, en inglés]. No hay atajos para alcanzar la paz. Sólo la resistencia más feroz, más resuelta y más heroica por parte del pueblo puede derrotar a los belicistas y proporcionar al pueblo un espacio democrático y la paz.
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