Arundhati Roy, escritora y activista india es una mujer muy especial. Aparte de sus excelentes novelas, como El Dios de Las Pequeñas Cosas, ha dedicada buena parte de su vida a luchar por causas que tienen que ver con la reivindicación de los más humildes de su país y de otros confines del Tercer Mundo.
Roy nació en Shillong, Meghalaya, India, de una madre cristiana Siria-ortodoxa de Kerala y un padre hindú de Bengala. Cuando conoció a su segundo marido, Pradeep Kishen, en 1984, comenzó a trabajar en el cine. Hizo el papel de una aldeana en la película Massey Sahib. Escribió guiones para las películas In Which Annie Gives it Those Ones y Electric Moon (Luna Eléctrica), y en el serial de televisión "The Banyan Tree" ("El árbol banyan").
La política y la lucha por un mundo major la tuvieron desde siempre como protagonista incondicional. Para protestar contra las pruebas de armas nucleares realizadas por el gobierno indio en Rajasthan, escribió el ensayo El Final de La Imaginación, publicado en la recopilación El Precio de Vivir, en el que se opone a los proyectos de presas hidroeléctricas en India.
Ha publicado otras dos colecciones de ensayo y en 2004, Roy ganó el Premio Sydney de la Paz por su trabajo en campañas sociales y su apoyo al pacifismo. En 2005, participó en el Tribunal Mundial Sobre Irak, y expresó sus firmes convicciones antiimperialistas.
Recientemente, Roy viajó, en secreto, al llamado Corredor Rojo, donde desarrolla su poderío popular y militar la guerrilla maoista, y allí no solo conversó con sus dirigentes sino que compartió días enteros con los pobladores. De ese viaje, volvió Roy convencida de que la lucha del pueblo conducido por el maoismo tiene razones de peso, ya que reaccionan justamente contra un Estado opresor y repressor. Sus declaraciones y confesiones la cuestan ahora amenazas y una persecusión por parte del actual gobierno de la India.
De todo ello, y también del conflicto armado que se libra en Cachemira, habló esta extraordinaria mujer con la periodista Amy Goodman y su colega Anjali Kamat.
Arundhati Roy, su último artículo en la publicación india Outlook, se denomina “Caminando con los compañeros”. Comience por hablarnos sobre lo que está sucediendo en las selvas de India. Qué es esta guerra que India está librando contra algunos de los más pobres, gente conocida como tribales, o adivasis (habitantes indígenas de la India, que son conocidos también como las Tribus de la India, en contraposición a las Castas de la India. ¿Quiénes son los maoístas? ¿Qué está sucediendo allí? ¿Y cómo llegó usted al lugar?
ARUNDHATI ROY: Bueno, ha estado sucediendo durante bastante tiempo, pero básicamente hay una conexión. Si uno observa a Afganistán, Waziristán, los Estados del noreste de India y todo el cordón minero que va de Bengala Occidental a través de Jharkhand, o de Orissa a Chhattisgarh, lo que se llama el Corredor Rojo, se da cuenta que estamos ante una insurrección tribal. En Afganistán, obviamente, ha tomado la forma de un levantamiento islamista radical. Y aquí es una insurrección radical de izquierda. Pero el ataque que sufren estos pueblos es el mismo. Es un ataque corporativo, contra esa gente. La resistencia ha tomado diferentes formas.
En India, eso se conoce como el Corredor Rojo, si se mira un mapa de India, la gente tribal, las selvas, los minerales y los maoístas están todos apilados los unos sobre los otros. De modo que, en los últimos cinco años, los gobiernos de esos diversos Estados han firmado memorandos de acuerdo (MOU) con corporaciones mineras por un valor de miles de millones de dólares. Irónicamente, podríamos decir que se un corredor “MOUista”, tal como por otro lado, la resistencia forma un “corredor maoísta”.
Es interesante que muchos de esos memorandos se firmaron en 2005. Y en esos días, fue justo cuando este gobierno del Congreso había llegado al poder, y el primer ministro, Manmohan Singh, anunció que los maoístas constituyen en India “la mayor amenaza para la seguridad interior.” Fue muy extraño que dijera eso entonces, porque en realidad los maoístas habían sido diezmados en el Estado de Andhra Pradesh. Pienso que habían matado a unos 1.600. Pero en cuanto lo dijo las acciones de las compañías mineras subieron de precio, porque fue obviamente una señal de que el gobierno estaba dispuesto a hacer algo al respecto, y entonces comenzó este ataque contra ellos, que terminó siendo la Operación Caza Verde que ahora lleva a que decenas de miles de tropas paramilitares se envíen a esas áreas tribales.
Antes de la Operación Caza Verde, las fuerzas represivas armaron una especie de milicia tribal respaldada por la policía en un Estado como Chhattisgarh, al que viajé recientemente, y simplemente entraron a la selva. Esas milicias quemaron una aldea tras otra, unas 640 aldeas fueron vaciadas. El plan fue lo que se conoce como creación de “aldeas estratégicas”, lo que los estadounidenses probaron en Vietnam, y los británicos lo hicieron en Malaya. Se trata de obligar a los pobladores a que ingresen a campos policiales al borde del camino para poder controlarlos, y de esta forma, las aldeas se vacían para que las selvas queden abiertas para la fácil entrada de las corporaciones.
Lo que sucedió realmente en esa área, en Chhattisgarh, de alrededor de 350.000 personas, es que unas 50.000 fueron a los campos. Algunas fueron obligadas, otras voluntariamente. El hecho es que los maoístas han estado en toda esa área durante treinta años, trabajando con la gente. De modo que no es una resistencia que se ha alzado contra la minería. Precedió a eso por mucho tiempo. De modo que está muy establecida. Y la Operación Caza Verde se ha anunciado porque esa milicia paramilitar, llamada Salwa Judum, fracasó, así que ahora están aumentando las apuestas, porque ocurre que los famosos “memorandos” están a la espera. Y las corporaciones mineras no están acostumbradas a que se las haga esperar. Hay mucho dinero en juego.
Por ello, decimos que no estamos utilizando la palabra “guerra genocida” a la ligera o retóricamente. Yo estuve en esa área, y lo que se ve es la gente más pobre de este país, que ha estado fuera del alcance del Estado. No hay hospitales. No hay clínicas. No hay educación. No hay nada ¿sabe? Y ahora hay una especie de sitio por el cual la gente no puede salir de sus aldeas hacia el mercado para comprar algo, porque los mercados están llenos de policías y servicios de inteligencia que informan de que tal o cual persona está con la resistencia.
La gente sufre de hambre extrema, desnutrición. De modo que no es sólo matar. No es sólo que se vaya allá y se queme y se mate, sino también es que se sitia a una población muy vulnerable, se la aísla de sus recursos y se la expone a una penosa amenaza. Y para colmo, hablamos de una “democracia”…
ANJALI KAMAT: En su artículo, describe a la gente con la que viajó, a los guerrilleros armados, como gandhianos con armas. ¿Puede hablarnos de lo que quiere decir con eso?
ARUNDHATI ROY: Hay un debate muy intenso en India al respecto, incluso la izquierda dominante y los intelectuales liberales sienten muchas sospechas de los maoístas. Y todos deben sentir sospechas de los maoístas porque han tenido un pasado muy difícil y hay muchas cosas que dicen sus ideólogos que te producen escalofríos.
Pero cuando fui allí, tengo que decir que me impresionó lo que vi, porque pienso que en los últimos treinta años hay algo que ha cambiado radicalmente entre ellos. Y lo importante es que en India la gente trata entre los maoístas y los tribales. En realidad, los maoístas son tribales, y estos últimos tienen una historia de resistencia y rebelión que precede a Mao por siglos. Sin embargo, sin esa organización, la gente tribal no habría podido presentar esta resistencia. De modo que es complicado.
Pero cuando fui, viví con ellos y caminé con ellos mucho tiempo, y es un ejército que es más gandhiano que cualquier gandhiano y deja una huella más ligera que cualquier evangelista del cambio climático. Y como dije, incluso sus técnicas de sabotaje son gandhianas. No desperdician nada. Viven de nada. Los medios de comunicación han estado mintiendo sobre ellos desde hace tiempo. Muchos de los incidentes de violencia no sucedieron, y otros sí tuvieron lugar, y hubo un motivo para que sucedieran.
Lo que yo quería preguntar a la gente giraba -partiendo de mi propia reivindicación de una resistencia no violenta – sobre la idea de que las mujeres serán las víctimas de la lucha armada. Y cuando fui, descubrí que la verdad era lo contrario. Descubrí que un 50% de los cuadros armados son mujeres. Y gran parte de la razón por la que se sumaron fue porque durante todos estos años los maoístas han estado trabajando con mujeres. La organización de mujeres tiene 90.000 miembros, por lo que es probablemente la mayor organización feminista en India, y todas esas 90.000 mujeres son seguramente maoístas, y el gobierno se ha otorgado el derecho a reprimirlas violentamente. De modo que, ¿van a disparar contra esas 90.000 mujeres?
Cachemira como “problema”
AMY GOODMAN: Recuerdo, que cuando Obama era candidato a presidente, en una entrevista habló sobre Cachemira, como si fuera una especie de punto álgido. Dijo que tenemos que resolver la situación entre India y Pakistán, por Cachemira. Para que Pakistán pueda concentrarse en los combatientes. ¿Puede calificarlo de punto álgido y qué piensa que debe hacerse?
ARUNDHATI ROY: El asunto sobre Cachemira es que India y Pakistán actúan como si Cachemira fuera un problema. Pero en realidad, para ambos gobiernos, Cachemira es una solución. Cachemira es el sitio en el que hacen sus juegos sucios. Y no quieren resolverlo porque cada vez que tienen pugnas internas, siempre pueden sacar el conejo del sombrero. Ello me hace pensar que esos dos países no van a resolverlo. Lo que sucede es que allí hay una población que ha estado sufriendo indecibles miserias durante tantos años, y una vez más se han difundido tantas mentiras al respecto. Los medios indios falsifican la realidad sobre Cachemira. Hace dos años hubo una masiva insurrección en ese territorio. Por casualidad yo estaba allí. Nunca he visto nada semejante. Había millones de personas en la calle todo el tiempo.
AMY GOODMAN: ¿Y con qué objetivo se rebelaban?
ARUNDHATI ROY: Se rebelaban por la independencia. La manera en que intentaron neutralizarles fue a través de una elección. Y entonces, todos se impresionaron, porque hubo una participación inmensa en la elección, pero ningún medio dijo que, al mismo tiempo, todos los dirigentes de la resistencia fueron arrestados. Nadie preguntó: ¿qué significa tener elecciones cuando hay 700.000 soldados supervisando cada cinco metros, todo el tiempo, todo el año? No se puede empujar a la gente a las urnas con la punta de una bayoneta.
ANJALI KAMAT: A medida que se expanden las ocupaciones militares en Cachemira, en Iraq, en Afganistán, ¿cuál es su mensaje a los activistas contra la guerra, a los activistas por la paz en todo el mundo, aquí y en India? ¿Qué piensa que debería hacer la gente?
Roy nació en Shillong, Meghalaya, India, de una madre cristiana Siria-ortodoxa de Kerala y un padre hindú de Bengala. Cuando conoció a su segundo marido, Pradeep Kishen, en 1984, comenzó a trabajar en el cine. Hizo el papel de una aldeana en la película Massey Sahib. Escribió guiones para las películas In Which Annie Gives it Those Ones y Electric Moon (Luna Eléctrica), y en el serial de televisión "The Banyan Tree" ("El árbol banyan").
La política y la lucha por un mundo major la tuvieron desde siempre como protagonista incondicional. Para protestar contra las pruebas de armas nucleares realizadas por el gobierno indio en Rajasthan, escribió el ensayo El Final de La Imaginación, publicado en la recopilación El Precio de Vivir, en el que se opone a los proyectos de presas hidroeléctricas en India.
Ha publicado otras dos colecciones de ensayo y en 2004, Roy ganó el Premio Sydney de la Paz por su trabajo en campañas sociales y su apoyo al pacifismo. En 2005, participó en el Tribunal Mundial Sobre Irak, y expresó sus firmes convicciones antiimperialistas.
Recientemente, Roy viajó, en secreto, al llamado Corredor Rojo, donde desarrolla su poderío popular y militar la guerrilla maoista, y allí no solo conversó con sus dirigentes sino que compartió días enteros con los pobladores. De ese viaje, volvió Roy convencida de que la lucha del pueblo conducido por el maoismo tiene razones de peso, ya que reaccionan justamente contra un Estado opresor y repressor. Sus declaraciones y confesiones la cuestan ahora amenazas y una persecusión por parte del actual gobierno de la India.
De todo ello, y también del conflicto armado que se libra en Cachemira, habló esta extraordinaria mujer con la periodista Amy Goodman y su colega Anjali Kamat.
Arundhati Roy, su último artículo en la publicación india Outlook, se denomina “Caminando con los compañeros”. Comience por hablarnos sobre lo que está sucediendo en las selvas de India. Qué es esta guerra que India está librando contra algunos de los más pobres, gente conocida como tribales, o adivasis (habitantes indígenas de la India, que son conocidos también como las Tribus de la India, en contraposición a las Castas de la India. ¿Quiénes son los maoístas? ¿Qué está sucediendo allí? ¿Y cómo llegó usted al lugar?
ARUNDHATI ROY: Bueno, ha estado sucediendo durante bastante tiempo, pero básicamente hay una conexión. Si uno observa a Afganistán, Waziristán, los Estados del noreste de India y todo el cordón minero que va de Bengala Occidental a través de Jharkhand, o de Orissa a Chhattisgarh, lo que se llama el Corredor Rojo, se da cuenta que estamos ante una insurrección tribal. En Afganistán, obviamente, ha tomado la forma de un levantamiento islamista radical. Y aquí es una insurrección radical de izquierda. Pero el ataque que sufren estos pueblos es el mismo. Es un ataque corporativo, contra esa gente. La resistencia ha tomado diferentes formas.
En India, eso se conoce como el Corredor Rojo, si se mira un mapa de India, la gente tribal, las selvas, los minerales y los maoístas están todos apilados los unos sobre los otros. De modo que, en los últimos cinco años, los gobiernos de esos diversos Estados han firmado memorandos de acuerdo (MOU) con corporaciones mineras por un valor de miles de millones de dólares. Irónicamente, podríamos decir que se un corredor “MOUista”, tal como por otro lado, la resistencia forma un “corredor maoísta”.
Es interesante que muchos de esos memorandos se firmaron en 2005. Y en esos días, fue justo cuando este gobierno del Congreso había llegado al poder, y el primer ministro, Manmohan Singh, anunció que los maoístas constituyen en India “la mayor amenaza para la seguridad interior.” Fue muy extraño que dijera eso entonces, porque en realidad los maoístas habían sido diezmados en el Estado de Andhra Pradesh. Pienso que habían matado a unos 1.600. Pero en cuanto lo dijo las acciones de las compañías mineras subieron de precio, porque fue obviamente una señal de que el gobierno estaba dispuesto a hacer algo al respecto, y entonces comenzó este ataque contra ellos, que terminó siendo la Operación Caza Verde que ahora lleva a que decenas de miles de tropas paramilitares se envíen a esas áreas tribales.
Antes de la Operación Caza Verde, las fuerzas represivas armaron una especie de milicia tribal respaldada por la policía en un Estado como Chhattisgarh, al que viajé recientemente, y simplemente entraron a la selva. Esas milicias quemaron una aldea tras otra, unas 640 aldeas fueron vaciadas. El plan fue lo que se conoce como creación de “aldeas estratégicas”, lo que los estadounidenses probaron en Vietnam, y los británicos lo hicieron en Malaya. Se trata de obligar a los pobladores a que ingresen a campos policiales al borde del camino para poder controlarlos, y de esta forma, las aldeas se vacían para que las selvas queden abiertas para la fácil entrada de las corporaciones.
Lo que sucedió realmente en esa área, en Chhattisgarh, de alrededor de 350.000 personas, es que unas 50.000 fueron a los campos. Algunas fueron obligadas, otras voluntariamente. El hecho es que los maoístas han estado en toda esa área durante treinta años, trabajando con la gente. De modo que no es una resistencia que se ha alzado contra la minería. Precedió a eso por mucho tiempo. De modo que está muy establecida. Y la Operación Caza Verde se ha anunciado porque esa milicia paramilitar, llamada Salwa Judum, fracasó, así que ahora están aumentando las apuestas, porque ocurre que los famosos “memorandos” están a la espera. Y las corporaciones mineras no están acostumbradas a que se las haga esperar. Hay mucho dinero en juego.
Por ello, decimos que no estamos utilizando la palabra “guerra genocida” a la ligera o retóricamente. Yo estuve en esa área, y lo que se ve es la gente más pobre de este país, que ha estado fuera del alcance del Estado. No hay hospitales. No hay clínicas. No hay educación. No hay nada ¿sabe? Y ahora hay una especie de sitio por el cual la gente no puede salir de sus aldeas hacia el mercado para comprar algo, porque los mercados están llenos de policías y servicios de inteligencia que informan de que tal o cual persona está con la resistencia.
La gente sufre de hambre extrema, desnutrición. De modo que no es sólo matar. No es sólo que se vaya allá y se queme y se mate, sino también es que se sitia a una población muy vulnerable, se la aísla de sus recursos y se la expone a una penosa amenaza. Y para colmo, hablamos de una “democracia”…
ANJALI KAMAT: En su artículo, describe a la gente con la que viajó, a los guerrilleros armados, como gandhianos con armas. ¿Puede hablarnos de lo que quiere decir con eso?
ARUNDHATI ROY: Hay un debate muy intenso en India al respecto, incluso la izquierda dominante y los intelectuales liberales sienten muchas sospechas de los maoístas. Y todos deben sentir sospechas de los maoístas porque han tenido un pasado muy difícil y hay muchas cosas que dicen sus ideólogos que te producen escalofríos.
Pero cuando fui allí, tengo que decir que me impresionó lo que vi, porque pienso que en los últimos treinta años hay algo que ha cambiado radicalmente entre ellos. Y lo importante es que en India la gente trata entre los maoístas y los tribales. En realidad, los maoístas son tribales, y estos últimos tienen una historia de resistencia y rebelión que precede a Mao por siglos. Sin embargo, sin esa organización, la gente tribal no habría podido presentar esta resistencia. De modo que es complicado.
Pero cuando fui, viví con ellos y caminé con ellos mucho tiempo, y es un ejército que es más gandhiano que cualquier gandhiano y deja una huella más ligera que cualquier evangelista del cambio climático. Y como dije, incluso sus técnicas de sabotaje son gandhianas. No desperdician nada. Viven de nada. Los medios de comunicación han estado mintiendo sobre ellos desde hace tiempo. Muchos de los incidentes de violencia no sucedieron, y otros sí tuvieron lugar, y hubo un motivo para que sucedieran.
Lo que yo quería preguntar a la gente giraba -partiendo de mi propia reivindicación de una resistencia no violenta – sobre la idea de que las mujeres serán las víctimas de la lucha armada. Y cuando fui, descubrí que la verdad era lo contrario. Descubrí que un 50% de los cuadros armados son mujeres. Y gran parte de la razón por la que se sumaron fue porque durante todos estos años los maoístas han estado trabajando con mujeres. La organización de mujeres tiene 90.000 miembros, por lo que es probablemente la mayor organización feminista en India, y todas esas 90.000 mujeres son seguramente maoístas, y el gobierno se ha otorgado el derecho a reprimirlas violentamente. De modo que, ¿van a disparar contra esas 90.000 mujeres?
Cachemira como “problema”
AMY GOODMAN: Recuerdo, que cuando Obama era candidato a presidente, en una entrevista habló sobre Cachemira, como si fuera una especie de punto álgido. Dijo que tenemos que resolver la situación entre India y Pakistán, por Cachemira. Para que Pakistán pueda concentrarse en los combatientes. ¿Puede calificarlo de punto álgido y qué piensa que debe hacerse?
ARUNDHATI ROY: El asunto sobre Cachemira es que India y Pakistán actúan como si Cachemira fuera un problema. Pero en realidad, para ambos gobiernos, Cachemira es una solución. Cachemira es el sitio en el que hacen sus juegos sucios. Y no quieren resolverlo porque cada vez que tienen pugnas internas, siempre pueden sacar el conejo del sombrero. Ello me hace pensar que esos dos países no van a resolverlo. Lo que sucede es que allí hay una población que ha estado sufriendo indecibles miserias durante tantos años, y una vez más se han difundido tantas mentiras al respecto. Los medios indios falsifican la realidad sobre Cachemira. Hace dos años hubo una masiva insurrección en ese territorio. Por casualidad yo estaba allí. Nunca he visto nada semejante. Había millones de personas en la calle todo el tiempo.
AMY GOODMAN: ¿Y con qué objetivo se rebelaban?
ARUNDHATI ROY: Se rebelaban por la independencia. La manera en que intentaron neutralizarles fue a través de una elección. Y entonces, todos se impresionaron, porque hubo una participación inmensa en la elección, pero ningún medio dijo que, al mismo tiempo, todos los dirigentes de la resistencia fueron arrestados. Nadie preguntó: ¿qué significa tener elecciones cuando hay 700.000 soldados supervisando cada cinco metros, todo el tiempo, todo el año? No se puede empujar a la gente a las urnas con la punta de una bayoneta.
ANJALI KAMAT: A medida que se expanden las ocupaciones militares en Cachemira, en Iraq, en Afganistán, ¿cuál es su mensaje a los activistas contra la guerra, a los activistas por la paz en todo el mundo, aquí y en India? ¿Qué piensa que debería hacer la gente?
Toda la India, un estado policial
ARUNDHATI ROY: En Cachemira hay 700.000 soldados que han sido convertidos en una fuerza de policía administrativa. En India, donde no quieren declarar abiertamente la guerra contra los adivasis, hay una policía paramilitar a la que se entrena para que sea un ejército. Y viceversa, el ejército se convierte en policía. Pero para imponer esa tasa de crecimiento, todo el país se está convirtiendo básicamente en un Estado policial.
Quiero agregar una cosa sobre la democracia. Ustedes sabrán, en India, las elecciones cuestan más que las elecciones en EE.UU. En este pobre país cuestan mucho más. Los más entusiastas fueron las corporaciones. La mayoría de los miembros del parlamento son millonarios. Si se miran las estadísticas, en realidad esa gran mayoría tiene un 10% de los votos. La BBC realizó una campaña en la que tenían afiches de un billete de 500 dólares que se convertía en un billete indio de 500 rupias con Benjamín Franklin a un lado y Gandhi al otro. Y decía: “Kya India ka vote bachayega duniya ka note?”, lo que quiere decir: “¿Salvará el voto indio al mercado?” De modo que los votos se convierten en consumidores. Por lo tanto, lo que sucede es una especie de estafa.
Así que el primer mensaje que yo tendría para los activistas por la paz es el siguiente:, no sé lo que significa la palabra “paz”. Puede que no necesitemos paz en esta sociedad injusta, porque sería una manera de aceptar la injusticia. De modo que lo que se necesita es gente que esté dispuesta a resistir, no sólo durante un fin de semana. En países como India, decir ahora solamente: “Bueno, marcharemos el sábado y tal vez detendrán la guerra en Iraq.” Pero en países como India, la gente está realmente pagando con sus vidas, con su libertad, con todo. Quiero decir, ahora es resistencia con consecuencias. No puede ser de otro modo. Hay que comprender que para cambiar algo hay que tomar algunos riesgos ahora. Hay que salir y arriesgar esos sueños, porque las cosas han llegado a un sitio muy, pero muy malo.
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