lunes, 27 de octubre de 2014

La cara más oscura de la India


[Nota de ODC: parece que actualmente algunos en la izquierda ven en el BRIC y el bloque liderado por Rusia y China una esperanza de un mundo mejor. Sin embargo que dicho bloque represente un cierto contrapeso y freno al principal bloque criminal imperialista, el representado por EEUU y la U.E, no quiere decir ni mucho menos que sea una alternativa para un mundo más justo y equitativo. Prueba de ello es que un destacado país integrante del BRIC como es la India es uno de los países con mas pobreza, opresión y desigualdad en el mundo, un autentico "paraíso" de injusticia y desigualdad, con un sistema social basado en castas y donde el 90 por cierto de la población vive en la pobreza. Otro de los integrantes del BRIC es Sudáfrica donde no hace mucho se produjeron matanzas de mineros negros por reclamar mejoras laborales. Podemos entender que Cuba, Venezuela, Bolivia y otros países pobres vean en el BRIC una cierta protección y esperanza de romper el bloqueo y asedio a que los someten los criminales imperialistas yanqui-europeos pero no podemos entender que gentes que se reclaman comunistas y de izquierdas vean en el BRIC la esperanza de un mundo mejor, cuando a lo más es una variante de capitalismo en disputa con el bloque hegemónico occidental. Que no nos cuenten películas con bastante cinismo y nos manipulen determinados intelectuales con falsas esperanzas en falsos paraísos.]

Autor: Txente Rekondo

La mayor parte de los análisis en torno a India coinciden en señalar el auge de este gigante asiático, que juntó a otras potencias emergentes configuran el llamado BRIC, y que disputan a EEUU el actual dominio global. Sin embargo, son muchos los informes que a la hora de situar a India en esta nueva coyuntura, coinciden en señalar las importantes carencias de este país.
 
La fotografía actual nos muestra un aumento del número de multimillonarios, cifras que podrían doblarse para el 2023, junto al auge de los millonarios, en un 66% dentro de cuatro años. Y juntó a ello, observamos cómo tan sólo el 32% de la población rural dispone de wc, de hecho la mitad de la población mundial que a día de hoy hace sus "defecaciones al aire libre", reside en India.
 
A ello también hay que unir todo un abanico de importantes carencias sanitarias y a la presencia de un 56% de la población que carece de los medios necesarios para lograr asegurar sus necesidades básicas. 680 millones de personas experimentan la privación de sus necesidades básicas, con cientos de millones viviendo por debajo de las líneas oficiales de la pobreza.
 
Esta cara oscura trae aparejada una ligazón directa con el sistema de castas, que ha su vez sustenta también toda una serie de realidades discriminatorias para sectores femeninos, religiosos o étnicos.
 
El proceso de construcción de la India moderna tiene unas importantes carencias que han lastrado su posterior configuración. A pesar de los intentos de las elites políticas por aglutinar en torno a la idea de "India" a la población, ésta sigue más ligada a realidades e identidades marcadas por diferencias regionales, de casta o lingüísticas. Los representantes de esas élites se han valido del "nacionalismo indio" para asentar sus propios intereses.
 
Tanto el Partido del Congreso como el BJP, representan modelos elitistas y no muestran ningún interés en hablar del sistema de castas que continúa protagonizando buena parte de la vida del país.
 
A pesar de los argumentos de las citadas élites, que repiten una y otra vez la desaparición del sistema de castas (el gobierno prohibió la "intocabilidad"), la realidad es muy diferente. La discriminación basada en el sistema de castas es el soporte de buena parte del sistema de injusticias actual y sobre todo de la discriminación de género y el feudalismo clasista que impera en India.
 
La situación en las zonas rurales del país es un claro ejemplo. Los altos índices de pobreza (98% de los llamados intocables o dalits viven en la pobreza) aumentan año tras año "gracias" a un sistema de castas que perpetúa la pobreza en sí misma e impide el acceso a nuevas oportunidades a los estratos más bajos del sistema.
 
Pero esta realidad no se limita al campo indio. También en el ámbito urbano ha logrado mantener sus influencias en el día a día. Así, en los últimos tiempos, en ciudades como Mumbai o Gujarat, se han construido zonas de apartamentos basadas en el sistema de castas, y algunos analistas locales denuncian que el acceso a la vivienda, en algunos lugares, se está "caracterizando por la pertenencia a una religión, un grupo étnico o una casta determinada".
 
Otro síntoma evidente se refleja en los anuncios de matrimonio. En India, el sistema de "matrimonios convenidos" ha aumentado en los últimos años, y sus anuncios en la prensa local también ha experimentado un importante auge. Según esas mismas fuentes, hasta cerca del 75% de los citados anuncios traen una mención explícita a la casta.
 
Racismo, deficiencias sanitarias, problemas de salud y medioambiente, son otros aspectos que a día de hoy guardan relación directa con este sistema de castas que algunos siguen defendiendo que "oficialmente" ha desaparecido.
 
En la actualidad en India confluyen los intereses de importantes y poderosos sectores que apuestan claramente por el de un sistema de casta y religión que permite acentuar las tensiones y las desigualdades sociales y económicas.
 
En torno a ello algunos han creado un círculo perverso. Minorías musulmanas o miembros de las castas más bajas hindúes sufren las consecuencias del sistema, y tienden a ofrecer las tasas más altas de pobreza, marginación, exclusión social y desempleo.
 
En ocasiones los sectores más jóvenes de esos colectivos, ante la carencia de oportunidades, acaban organizándose en bandas, que a su vez son el objetivo de una prensa controlada por las clases altas, y de operaciones policiales donde las víctimas civiles e inocentes suelen ser elevadas.
 
La corrupción que afecta a importantes sectores de las fuerzas de seguridad también se une a ese complejo escenario, juntó a la cada vez más extendida política de " tirar a matar" de la policía.
 
Con más de ochenta millones de desempleados y 250 millones de jóvenes subempleados, el descontento y los enfrentamientos entre los sectores juveniles y empobrecidos de la sociedad y el estado están también aumentando.
 
Las desigualdades de género y la violencia contra las mujeres también caracterizan la situación actual del país. La "mayor democracia" del mundo apenas cuenta con algo más de un diez por ciento de mujeres en el Parlamento, muy por debajo del promedio mundial (21,8%). Las tasas de alfabetización de la mujer es de 66% , frente al 80% de los hombres.
 
Las alteraciones impuestas por el sistema colonial y la introducción de la producción capitalista también ha contribuido al deterioro de la situación de la mujer en India. El papel femenino se ha querido ir limitando en amplias capas de la sociedad india a la esfera doméstica, y con una función reproductora encaminada a incrementar la producción en un sistema dominado y controlado por los hombres.
 
La mano de obra femenina se concentra en el sector primario y en los trabajos no cualificados y marginales, buena parte de los mismos se concentran en zonas rurales.

Pero la discriminación de las zonas rurales también se hace evidente en el ámbito urbano. A pesar de que las mujeres son las mayores contribuidoras en términos de producción económica, su contribución permanece invisible, en parte a la desigual distribución en los diferentes tipos de empleos.
 
Servicio doméstico, producción del tradicional cigarro indio, beedi, y fábricas textiles, ocupan buena parte de esa enorme fuerza de trabajo femenina, cuya contribución pasa desapercibida intencionadamente. A ello también se une la ocultación del, trabajo doméstico y no pagado de esas trabajadoras, que habitualmente se presenta como labor de las "esposas".
 
La violencia contra las mujeres también caracteriza la actual situación de dominio en el país. Si hace unos meses el ataque sexual contra una joven en Delhi saltó a los medios locales e internacionales, la gravedad de la situación supera con creces ese caso.
 
La violencia sexual contra la mujer se ha convertido en una cruel y salvaje realizada diaria para importantes sectores femeninos del país. Y aquí también los sectores femeninos más empobrecidos son los que sufren esa realidad, y en la mayor parte de las veces bajo el cómplice silencio de las elites sociales, religiosos o mediáticas.
 
El sistema político, social y religioso que sustenta esas desigualdades difícilmente puede solventarse a través de las reformas que preconizan algunas de las élites políticas del país. Por eso, son cada vez más las voces que reclaman una profunda revolución para cambiar el rumbo de la India actual.
 
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El país que asesina a las mujeres por la dote y aborta a las niñas
 
Una mujer muere cada hora a manos de su marido o familia política por no pagar suficiente dote matrimonial en la India. En la tercera economía asiática, la prosperidad material ha acentuado estos asesinatos. El nuevo consumismo ha disparado la demanda de dinero, joyas, oro, casas o coches a entregar al novio. Uno de los métodos más recurrentes para matar a mujeres que no pagan lo requerido, sin embargo, es medieval: prender fuego a la esposa.
 
El sari, esa colorida prenda, es una trampa mortal. Arde rápido y con cinco metros de tela a su alrededor las mujeres no tienen tiempo de librarse del fuego. El marido suele declarar que su esposa sufrió un accidente mientras cocinaba. Después, busca otra mujer con la que casarse, una que ofrezca mejor dote. En la India, la combinación de tradición y modernidad conspira contra las mujeres.
Los últimos datos del Buró Nacional de Registro de Crímenes de la India indican que 8.233 mujeres fueron asesinadas en 2012 por la dote, un descenso respecto a las 8.618 muertes de 2011. Pero suponen un 3% más que hace cinco años. Asimismo, los casos de tortura han crecido un 5,4% respecto al año anterior: han pasado de 99.135 a 106.527.
Los activistas advierten de que el número de muertes y malos tratos por dote es mucho más alto, ya que generalmente los padres no denuncian para evitar un escándalo y no dificultar las posibilidades matrimoniales de otras féminas de la familia.
El suicidio para evitar la ruina
Los casos de mujeres que se suicidan a causa del acoso que sufren por parte de las familias políticas para que paguen más y evitar arruinar a sus padres no siempre aparecen en las estadísticas de crímenes por dote. El suicido es la principal causa de muerte entre las féminas indias, con la mayoría de los casos ubicados entre los 15 y los 29 años, según el informe Global Burden of Diseases, Injuries, and Risk Factors 2010. Y el matrimonio (concertado por lo general) representa la principal causa de suicidio entre las mujeres. Unas 78.000 se quitaron la vida en la India en 2010. Se desconocen cuántas lo hicieron por la dote, pero los expertos creen que supone un número importante.
Según los datos oficiales, un 94% del total de las muertes por esta causa se denunció en 2012, pero la tasa de condena es sólo del 32%. En los casos por crueldad, únicamente el 15% de los hombres son condenados. Matar o torturar a una mujer en el país de Gandhi apenas se castiga.
La dote se prohibió en India en 1961 . El reclamo o pago de la misma está castigado con hasta seis meses de prisión y multas de 5.000 rupias (59 euros). Pero en una nación en la que conviven varios siglos de la historia, la tradición es, en ocasiones, más poderosa que las leyes. Esta práctica se da en todos los estratos de la sociedad, niveles educativos y castas.
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Dalits: miseria desde el cordón umbilical
Aproximadamente, uno de cada seis habitantes de la India es dalit. La mayoría de “intocables” viven en pobreza extrema, con menos de un dólar al día, y sufren no sólo desigualdad económica, sino discriminación social. Su status en la vida, y sobre todo sus derechos, están predeterminados desde el nacimiento debido al sistema de castas, una antigua forma de opresión y segregación que aún pervive.
Los estudiantes dalit, además de lidiar con la pobreza extrema, hacen frente al estigma social: independientemente de sus esfuerzos en clase o en el trabajo, nunca conseguirán la igualdad de oportunidades por el simple hecho de haber nacido dalits. Se les considera impuros. En casi un 40% de los colegios gubernamentales, los niños dalit deben comer separados del resto de alumnos; y en el 20% no se les permite beber agua de la misma fuente.
Más de la mitad de la población infantil dalit, un 54%, presenta signos de desnutrición. El 21% tiene deficiencia de peso severa y el 12% muere antes de cumplir los cinco años. 83 de cada 1000 niños dalits son susceptibles de morir antes de cumplir el primer año de vida.
La comunidad dalit tiene acceso limitado a la salud pública. La salud de calidad es para ellos inasequible y prohibitiva, por lo que sólo recurren al médico en casos extremos o de urgencia a pesar de que más del 30% de los empleados de la salud pública se niega a hacer visitas en hogares dalit. La situación se agrava debido a que un tercio de estos hogares no disponen de facilidades básicas o saneamiento, por lo que los pequeños están más expuestos a las enfermedades.
Las niñas y mujeres dalit sufren lo que en India se conoce como “triple discriminación”: de casta, de clase y de género. Hay una media de mil violaciones de mujeres dalit al año y muchas niñas aún son explotadas sexualmente como devadasi o “sirvientas de Dios”. Esta antigua práctica religiosa que impone la prohibición de casarse y la obligación de servir en un templo, recluta a miles de niñas cada año en lo que actualmente es un sistema ilegal pero organizado de prostitución. El 93% de las devadasi son dalit.
Los niños dalit son los que más sufren en India las consecuencias de un sistema social y educativo poco efectivo e injusto. Crecen sabiendo que tendrán que superar más obstáculos que el resto de la población: cada hora, tres dalits son víctimas de delitos; cada día, tres mujeres dalit son violadas, dos dalit son asesinados, dos casas dalit son incendiadas y un mínimo de trece dalits son golpeados; cada semana, seis dalit son secuestrados.
Los “intocables” o dalit, oficialmente SC (“scheduled caste”), sufren una grave discriminación en el acceso a la educación, a la sanidad y al mundo laboral que les marca desde pequeños e impide que superen la exclusión social.
 

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