Los comunistas de la India, conocidos como los naxalitas, son actualmente una de las puntas de lanza más consecuentes y esperanzadoras del Movimiento Comunista Internacional.
Desde ODC varias cuestiones nos hacen tener especial aprecio y estima por los camaradas naxalitas y el PCI (Maoísta):
Su firmeza estratégica en la lucha por la Revolución, por acabar con toda opresión y explotación, y por construir una nueva sociedad en servicio de las clases populares.
Su flexibilidad táctica que les lleva a rehuir del sectarismo recalcitrante de muchos otros grupos "revolucionarios" e intentar unir y aglutinar en torno a la lucha revolucionaria a las amplias masas oprimidas de la India en un Frente que agrupe a los todos los oprimidos de la India.
Sus posiciones político-ideológicas que rechazan tanto el revisionismo-reformismo como el dogmatismo-sectarismo recalcitrantes.
Su posición inequívocamente anti-imperialista y de apoyo a todos los pueblos oprimidos que se alzan contra los criminales imperialistas. Frente a muchos grupos "sectarios" e "izquierdistas delirantes" que atacan con ahínco a procesos reformistas como Venezuela o a países que se baten en lucha heroica contra el Imperialismo como Siria, siempre han mostrado su solidaridad clara e inequívoca con estos últimos.
Actualmente poco a poco avanzan en la lucha revolucionaria y tratan de aglutinar a la inmensa mayoría del pueblo oprimido en un Frente Único que agrupe a todos los sectores populares.
Fuertes entre el campesinado pobre y en los pueblos tribales del este y centro de la India, golpean al Estado pro-imperialista hindú, expropian a los terratenientes, forman consejos y tribunales populares.
Perseguidos por el aparato estatal, los naxalitas controlan más y más zonas donde establecen un Nuevo Poder Rojo, germen del futuro Estado revolucionario, con el apoyo de la población de esas zonas.
Imponen una especie de “Estado de sitio” que la gente llama “naxalitas bandh”: una mezcla de huelga general y prohibición de movimiento en el campo durante días para movilizar a las masas y enfrentar al enemigo. Todo se paraliza: las tiendas cierran, los rickshaws y autobuses quedan parados en las plazas, incluso deja de andar el lento tren que lleva el hierro de Chhattisgarh hacia los puertos del Golfo de Bengala y de allí a China.
Los naxalitas armados son fuertes en la región de los adivasi, los pueblos tribales de la India. Cada año incorporan más hombres y mujeres, y consiguen más armas y apoyo. “Entre los adivasi en las aldeas alrededor de Dantewada es raro encontrar hostilidad hacia los naxalitas; salvo entre los latifundistas, a quienes los maoístas han tomado algunas hectáreas de tierra o un poco de su oro para redistribuirlo a los pobres del pueblo”, señala el periodista. “Pero es inútil preguntarles a estos tribales quién fue Mao –observa–: nunca han oído ese nombre. Para ellos la palabra ‘maoístas’ viene de ‘maor’, que en la lengua de los adivasi significa simplemente ‘los nuestros’”.
Según un artículo de la publicación italiana Corriere, en la extensa franja de pueblos tribales que va de Bengala Occidental al nordeste hasta Andhra Pradesh en el centro-este –casi un tercio de la India–, hay unos 20.000 guerrilleros naxalitas. En Chhattisgarh, corazón de la insurgencia, iniciaron sus acciones en los años 80 tendiendo emboscadas a la policía, armados con arcos y flechas para luego apropiarse de sus fusiles automáticos.
Con el apoyo imperialista yanqui, el gobierno indio incendia y asesina para extirpar el movimiento revolucionario. Sólo en el distrito de Dantewada, los pueblos reducidos a cenizas por el grupo paramilitar reaccionario “Salwa Judum” son cientos. “Ellos nos atacan porque no se atreven a enfrentar a los maoístas”, dice un aldeano. “Los naxalitas viven en la selva, participan armados en nuestras asambleas, protegen nuestra vida y nuestros derechos sobre los bosques contra los terratenientes y las grandes compañías mineras”.
En los pueblos liberados constituyen consejos y tribunales populares para juzgar a latifundistas abusadores y a informantes de la policía. Cuando controlan un área entregan a las familias del lugar arcos, flechas y armas de fuego y forman una milicia armada popular de varones y mujeres.
Para que esos milicianos puedan iniciar su verdadero entrenamiento “naxalita” deberá probarse, durante cinco años, que no han “abusado de su poder” sobre la población: quienes violan este principio son pasados por las armas.
Este proceso revolucionario que se desarrolla en la India es sistemáticamente silenciado por los medios de comunicación de la burguesía, que apenas dan noticias y describen la guerra de baja intensidad que se desarrolla en dicho país, el segundo más poblado del mundo y falsamente presentado como la “mayor democracia del mundo”.
Hoy día el combate de los naxalitas constituye un ejemplo de lucha en el que todos los comunistas debemos aprender, sacar lecciones y que ineludiblemente hemos de apoyar.
Los comunistas y revolucionarios proletarios de todo el mundo no pueden ni deben mostrar indiferencia ante los avances y las dificultades de nuestros camaradas en la India.
ODC considera que para todos los comunistas y revolucionarios, que luchan con honestidad por un mundo más justo y por acabar con toda opresión, es un deber apoyar la guerra popular y proceso revolucionario que se desarrolla en la India.
ODC considera que los comunistas honestos deben dejar de lado los sectarismos que llevan a no apoyar o atacar a aquellos que no coincidan completamente con sus posiciones ideológicas.
La Guerra Popular en la India, obliga al apoyo y solidaridad de los revolucionarios y especialmente de los comunistas marxistas-leninistas de todo el mundo, en correspondencia con el principio del Internacionalismo Proletario.
ODC.
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